Sociedad del desconocimiento

Martes, 20 Septiembre 2022 17:36, en: Blog de Ascolbi: espacio web de reflexión, Por: Leonardo Ramírez Ordóñez

La sociedad del desconocimiento cuestiona el modelo de saber acumulativo y poco problematizado. Esto implica cambiar la actitud frente a cómo entendemos el conocimiento, no como algo de lo que se dispone y se puede otorgar, sino como un conocimiento que es reflexivo, crítico y abierto a la refutación.

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En uno de los puntos más tensionantes y deteminantes de la novela de ciencia ficción «El problema de los tres cuerpos» de escritor chino Liu Cixin, se menciona que:


Los humanos necesitamos más de cien mil años terrestres para evolucionar de cazadores-recolectores a agricultores. Pasar de la edad agrícola a la edad industrial ya nos costó algo menos: varios miles de años terrestres. Pero es que el paso de la edad industrial a la edad atómica se produjo en solo doscientos años terrestres, y luego, en apenas unas décadas ya entrabamos en la edad de la información.


Luego de que el 16 de julio de 1945 la humanidad detonara la primera bomba atómica en Alamogordo, Nuevo México, iniciamos una nueva era, en donde se incluía hasta la opción de ponerle fin a su propia historia. En este momento se dio inicio a la revolución científica y personas como Vannevar Bush, científico norteamericano, publico ese mismo año el artículos As we may think en donde describió las formas en que podíamos analizar grandes cantidades de información y crear ciencia con ayuda de dispositivos tecnológicos. Visionó, con esto, elementos que son comunes hoy en día como los computadores, el hipertexto e internet, abriendo las puertas a un nuevo momento en la historia. La denominada era de la información y del conocimiento.


Esta narración me recordó una serie de conversaciones que tuve junto con colegas sobre un proyecto común. La conversación giraba en torno al concepto propuesto por Castells «Sociedad informacional y del conocimiento» en contraposición a «sociedad de la información y del conocimiento», muy de auge en estos tiempos, ¿Por qué esta distinción? porque Castells considera que todas las sociedades de la historia han sido sociedades de la información y del conocimiento, aunque sus tipos y sus límites han variado en la historia.


El término «informacional» refiere al uso de nuevos sistemas tecnológicos, particularmente las tecnologías de información y comunicación, de base microelectrónica, las tecnologías de comunicación a través de redes digitales y cómo estas afectan la forma en que la mente humana procesa información y comunica. De ahí la particularidad de los tiempos en los que vivimos.


Esto no sería más o menos interesante para este texto si no hubiera sido por que encontré este concepto una vez más en la presentación de Carlos Magro «Aprender hoy es aprender a editar». En esta presentación Magro mencionaba, además, la propuesta del filósofo Vasco Daniel Innerarity: «La sociedad del desconocimiento».


Me pareció muy particular que con lo llamativo del nombre la primer reacción que tuve fue, justamente, no saber.


Retomando lo mencionado sobre Castells, todas las sociedades han usado información y han gestionados sus propios conocimientos, sea para elaborar puntas de flecha y crear las pinturas ocre en las piedas hace 90.000 años o para tener la posibilidad de estudiar el código que hace funcionar un software, desarmar una bicicleta o reparar tus propios aparatos tecnológicos o, como dice un amigo, «los ciberfierros».


Pero si nos fijamos, en la actualidad, para muchas personas, los instrumentos que utilizamos son cajas negras. No sabemos cómo funcionan, de qué están hechas o cómo ensamblarlas. A medida que ha avanzado la tecnología en el siglo XX y en lo que llevamos del siglo XXI, estos avances nos han expulsado de un rango de «usuarios inteligentes» y nos han convertido en «usuarios sumisos».


La sociedad del desconocimiento, entonces, cuestiona el modelo de saber acumulativo y poco problematizado. Esto implica cambiar la actitud frente a cómo entendemos el conocimiento, no como algo de lo que se dispone y se puede otorgar, sino como un conocimiento que es reflexivo, crítico y abierto a la refutación.


No sirve tener posiciones incuestionables e inamovibles porque eso no deja avanzar.


Algo que Innerarity resalta es que la sociedad del conocimiento se puede caracterizar precisamente como una sociedad que ha de aprender a gestionar el desconocimiento. Donde no interesan tanto las experiencias que se producen pasivamente como las que se producen gracias a la apropiación, transformación y crítica del conocimiento que existe. Esto justamente resalta los márgenes de nuestros conocimiento ante lo desconocido, lo incierto, lo ambiguo y lo incontrolable.


Del mismo modo en que en los siglos XV y XVI los europeos empezaron a dibujar mapas del mundo conocido con espacios vacíos, generando una novedad psicológica e ideológica, que invitaba a resaltar el desconocimiento sobre algunos zonas geográficas que empezaron a quedar cubiertas a partir del año 1492. Siglos después la revolución científica nos muestra los mismos planos vacíos, nos ha dejado ver que como especie no tenemos todas las respuestas a las preguntas más importantes que nos hemos hecho. O en otras palabras, hemos notado que:


El saber es fronterizo con la ignorancia.


En este sentido, quienes administran saberes incuestionados están expuestos a la disonancia cognitiva, otras formas de pensar. O como nos lo recuerda Innerarity, que:


Quien discute el saber contrario o dominante, lo que hace es precisamente subrayar aquello que ignoramos.


Hacer esta oposición, agita la ignorancia de la contraparte, aunque parezca un acto inapropiado, resalta que la heterogeneidad como recurso político es uno de los mejores medios para tomar buenas decisiones y además una vía para ser un poco más inteligentes colectivamente.


Para terminar, la sociedad del desconocimiento de Daniel Innerarity es una sociedad que cada vez más es consciente de su no-saber y que progresa, más que aumentando sus conocimientos, aprendiendo a gestionar el desconocimiento en sus diversas manifestaciones: inseguridad, verosimilitud, riesgo e incertidumbre.

Autor:

Leonardo Ramírez Ordóñez

Bibliotecólogo. Ha trabajado en las áreas de gestión de derechos de autor, diseño y organización de bibliotecas digitales, y construcción de memoria histórica desde instituciones públicas y organizaciones comunitarias. Le interesan la cultura libre, el procomún y los usos cotidianos de internet. Participó en la promoción del colectivo Bibliotecarios Al Senado. Actualmente preside la junta directiva de Ascolbi.

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