Privacidad, confianza y neutralidad
Recientemente ha rondado una noticia que ha generado tendencias y acciones interesantes, por parte de las personas, frente al uso de aplicaciones de comunicaciones en sus teléfonos celulares. Particularmente al poner sobre la mesa temas relacionados con la privacidad y el cuidado de nuestros datos personales.
Una de las corporaciones de tecnologías más grandes del mundo vuelve a ponerse en el ojo del huracán mediático, esta vez debido a la actualización de sus políticas de privacidad que debe pasar las consideraciones de más de dos mil millones de personas en el mundo, Whatsapp.
Lo particular, esta vez, es que a diferencia de años anteriores parece que ha llamado más la atención entre distintos grupos de la población que no parecían tener mayores preocupaciones o cuestionamientos sobre la privacidad y el cuidado de los datos e información personal.
Desde hace varios años Facebook, como también otras empresas de tecnología similares, han sido acusadas de comportamientos poco éticos, monopolio y vulnerar la privacidad de las personas que usan sus servicios. Por más alarmantes que hayan sido estas noticias en el pasado no se presentaron reacciones mediáticas como las que encontramos actualmente.
Privacidad
Este tema ha traído posiciones encontradas entre personas que participan en grupos de estas plataformas, algunas de ellas centran sus debates sobre migraciones tecnológicas, las garantías que ofrecen unas u otras plataformas, aprobar y tolerar que estas acciones ocurren todo el tiempo, y por supuesto, las críticas a Facebook como una corporación que constantemente se excusa por “errores cometidos”, desde hace varios años.
Ahora bien, parte de esta actualización responde a demandas antimonopolio realizadas por la Comisión Federal de Comercio de EEUU, alegando que Facebook “actúa de forma anticompetitiva y con métodos de competencia desleal”, tomando acciones que se intensificaron a partir de 2017 debido al caso de Cambrindge Analytica en donde se usaron, de manera no consensuada, los datos personales de alrededor de 87 millones de personas, con la intención de influir en las campañas electorales en varios países del globo. Afectando la privacidad de las personas que usan los servicios de su compañía, difundiendo noticias falsas y promoviendo prácticas antidemocráticas.
La actualización de su política de uso de la aplicación Whatsapp, más que una acción para continuar mejorando sus servicios, parece un medio para obligar a las personas que la usan a validar una mala práctica corporativa que se ha denunciado por años.
Confianza
Las reacciones que ha generado esta actualización y las constantes migraciones a otras plataformas de mensajería terminan siendo algo positivo, en cuanto nos permite empezar a cuestionar una problemática y buscar alternativas para tomar una buena decisión sobre cómo podríamos gestionar mejor los datos personales que compartimos a través de nuestros dispositivos tecnológicos.
Además de los aspectos técnicos, que no son cercanos para muchas personas, llama la atención la reacción por proteger nuestros datos y, en este acto, los de nuestros contactos. Lo que implica una postura crítica sobre las herramientas que usamos para comunicarnos y las garantías que otras empresas, que igualmente sustraen algunos datos de nuestros dispositivos, enuncian de manera explícita desde un inicio, y no luego de haber cometido “varios errores”.
En otras palabras, la elección de confianza que en un mundo de átomos tomamos cuando decidimos dejar una copia de la llave donde un vecino o amigo, recibimos el beneficio del “me paga lo que le faltó en la próxima…” en la tienda vecina o prácticas similares que poco a poco también se han visto afectadas en las zonas urbanas por otro tipo de monopolios, las estamos empezando a adoptar también el el mundo de los bits.
Una lección que ojalá se mantenga de este acontecimiento es que quienes cotidianamente usamos dispositivos electrónicos, aplicaciones y demás, analicemos nuestro comportamiento y el uso que le damos a estas tecnologías, así como las implicaciones que esto conlleva para resguardar nuestra privacidad, como la de las demás personas en nuestros círculos sociales. No por nada es un derecho constitucional.
Neutralidad
Por otra parte, hay un tema que se queda al margen de los debates en las redes y las noticias que intentan explicar, de distintas maneras, en qué consiste el problema de la actualización de estas políticas de privacidad. Esta discusión no consiste en no tomar partido ni de un lado, ni del otro; por el contrario, nos invita justamente a hacerlo por un problema relacionado con el acceso democrático a la información. La neutralidad de la red.
Desde hace algún tiempo este ha sido un tema que ha generado distintas tensiones frente a cómo gestionamos y usamos internet. En principio la neutralidad de la red promueve que la circulación de contenidos por este medio debe ser igualitaria, pero en los últimos años, y gracias a la fuerza que han ganado las corporaciones tecnológicas y de comunicaciones, el panorama se ha tornado en todo lo contrario.
Empezar a cuestionarnos aspectos como la garantía de nuestra privacidad al elegir entre una aplicación u otra, actualmente, también está mediada incluso, por la capacidad adquisitiva de quien toma la decisión. Por ejemplo, Facebook en Colombia, como en otros lugares del mundo, ofrece por medio de los proveedores de servicio de internet, acceso ilimitados para sus servicios, con algunas condiciones, cosa que no ocurre con otras aplicaciones.
Los beneficios que reciben las personas al utilizar un servicio que no implica una transacción económica, pero sí una intangible, sus datos, puede dejar fácilmente al margen la reflexión de este texto. Si consigues comunicarte “gratis” ¿por qué dejarlo?
Con este panorama, en un contexto como el colombiano, en medio de una pandemia, muy seguramente no dejará otra alternativa que aceptar estos términos para un grupo grande de la población, validar las malas prácticas corporativas y mantener una economía basada en la extracción de datos que solamente beneficia a sectores específicos que han consolidado economías basadas en la información, claro, ofreciendo servicios “gratuitos”. Esto hace una diferencia importante.
Alternativas
Es muy posible que esta “crisis” sobre una plataforma para comunicarnos deje de serlo en un periodo de tiempo corto. Sin embargo algo que sí es claro es que empezó a hacer que algo cambie en algunas personas.
Como se ha mencionado, esta no es una problemática del 2021 o que surgió por la pandemia, la discusión sobre la privacidad, la vigilancia y los oligopolios de las tecnologías viene de años atrás. Varias entidades y grupos han promovido herramientas y recomendaciones para hacer frente a estas situaciones.
Guías para cuidar nuestros datos
Data Detox
Promovido por Tactical Tech, una organización que busca que las tecnologías digitales puedan contribuir a una sociedad más equitativa, democrática y sostenible.
Data detox es una guía que presenta distintas recomendaciones para tener una presencia en línea más saludable. Por medio de distintos escenarios cotidianos, de la vida digital, plantea situaciones para modificar el uso de algunas aplicaciones, la cantidad de tiempo que las personas pasan en su teléfono, el tipo de aplicaciones que utilizan y las contraseñas que establece. Todo esto junto a recomendaciones para garantizar la seguridad y un mayor control sobre las tecnologías que utilizamos.
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Enlace para ir a la guía Data detox Kit.
Guias: autoprotección digital contra la vigilancia
Las guias son recomendaciones hechas por la Electronic Frontier Foundation, “una organización independiente sin fines de lucro que trabaja para proteger la privacidad en línea desde hace casi treinta años”. Las guías están categorizadas por tres temas principales: una guía introductoria en temas de privacidad, herramientas tecnológicas disponibles para proteger la privacidad de las personas y un compendio de educación en seguridad digital, para poder enseñar a otras personas que también puedan necesitar una mano en este tema.
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Enlace a la guía Autoprotección digital contra la vigilancia.
Posiblemente, luego del 8 de febrero, muchas personas retornarán gradualmente al uso habitual de estas aplicaciones, muchos por mantener relaciones familiares, laborales o de otro tipo.
La realidad en muchos lugares de Colombia, y de esta región, es que muchas personas dependen de estas facilidades de comunicación para realizar muchas de sus actividades cotidianas. Para otras personas, no dejará de ser una situación anecdótica en la que prima la facilidad para “evitar un aislamiento en sus comunicaciones”, en un mundo hiperconectado, validando el oligopolio tecnológico de GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) en lugar de tomar una posición sobre un tema que poco a poco podrá acaparar otras libertades civiles y principios democráticos que han costado conseguir y que se deben mantener.
- Etiquetas: Neutralidad de la red, Privacidad, Sociedad informacional, Vigilancia
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