El ejercicio poético
Cuántas veces hemos oído que la poesía no sirve para nada. De igual manera se dice de la filosofía. Estos sofismas de distracción no permiten una discusión clara sobre el alcance de cada una de estas disciplinas. En mi experiencia, he tenido la oportunidad de pertenecer a aquellos seres inútiles que de vez en cuando pierden su tiempo intentando acomodar palabras en un texto, con la esperanza que alguien algún día los lea y, sobre todo, sienta en su corazón el espíritu de lo evocado por quien lo escribió.
La filosofía permite iniciar un diálogo con nosotros mismos y nos da los elementos básicos para comprender mejor el mundo. Las ciencias en general recurren a la filosofía para una mejor comprensión, lo que debemos evaluar es cómo llegamos o recibimos nuestras primeras lecciones de esta disciplina, que es tan importante para la comprensión del devenir y que se convierte en un verdadero problema por la falta de enseñanza y por ende de comprensión.
Dice Nuccio Ordine, en su obra La utilidad de lo inútil: "¡los saberes sin beneficios son inútiles! no por el azar en las últimas décadas a las disciplinas humanísticas se las considera inútiles”. Considerar de esta manera que lo que no produce dinero no beneficia ni sirve para nada, es parte de lo que recibimos de nuestro sistema social a partir de los conceptos pedagógicos.
Para Rainer Maria Rilke, el trabajo poético es el producto de una profunda reflexión interior que acompaña al escritor por largos periodos de tiempo, ya que “para escribir de prisa, hay que haber pensado mucho, hay que haber llevado consigo el tema, al paseo, al baño, al restaurante y casi diría yo, a casa de la amante”. El papel es visto como un lienzo, donde el autor se sienta frente a este y en forma magistral esboza el dibujo levemente sin cargarla de colores ni palabras, que la hagan perder el sentido y la intención producto de su imaginación.
Dice Rilke que “la inspiración es hermana del trabajo cotidiano, la inspiración obedece como el hambre, como la digestión como el sueño”. Solo el trabajo permitirá desarrollar un buen ejercicio de la imaginación, el hambre de construir algo nuevo de crear, requiere de esfuerzo y de una voluntad de hierro que exija y permita dejar salir los pequeños monstruos que conformarán una verdadera obra.
Rilke nos dice que “la poesía es una de las artes que más rinden; pero es una especie de inversión cuyos intereses tardan en cobrarse; en compensación son muy grandes”, y aconseja a jamás abandonar el trabajo poético. No se escribe poesía con el afán del bolsillo, quien así lo hace cae en un gran error; como tampoco se hace con el anhelo de la fama, ni una ni otra son fáciles de alcanzar y lo mejor es hacerlo con mucho trabajo, el cual requiere esfuerzo, sacrificio, soledad y olvido.
Para hablar de poesía se debe afirmar que nada puede ser por encargo, una obra así creada es una obra fallida, pocos ejemplos hemos visto de obras que se hacen y se construyen a cuatro manos, por la sencilla razón que la obra es individual, es solitaria hija del dolor y de las pasiones que atraviesan el alma, es la respuesta al silencio y a la soledad del individuo. Tampoco es cierto que quienes rasguñamos el papel seamos personajes tristes desprendidos de la realidad y de la vida.
El poema exige que surja desde dentro, que rasguñe el interior y que la sangre no solo se caliente, sino que se convierta en una avalancha que enfurezca el espíritu; que arrastre torbellinos y pasiones, que haga surgir emociones, lágrimas y llantos, que enfurezca y calme los momentos. El poema exige, no solo del creador, sino del lector una conexión especial, única e irrepetible.
Dice Charles Baudelaire en relación con el odio: “el odio es un licor precioso, un veneno más caro que el de los Borgia, ¡pues está hecho con nuestra propia sangre, nuestra salud, nuestro sueño y los dos tercios de nuestro amor! !hay que ser avaro con él! ¿Entonces por qué no usar ese odio para dejar salir ese dolor en palabras de rencor, el fuego que desprenden las palabras, queman y hacen arder en cada verso el sentimiento vano que tenemos los humanos?”
Entonces hablar del oficio es un ejercicio que se vive, se siente y te acompaña por los diferentes caminos que recorres. Las pasiones humanas, los sentimientos o quizás los momentos van ayudando a construir ese poema que se va soñando en medio de los días, en el ruido de las calles y la conversación de los amigos, se construye palabra a palabra como se tejen a paso de hilandera las puntadas que terminarán entregando una bella pieza artesanal.
Pessoa reconoce en su poema Autopsicografía:
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que en verdad siente
Nos dice que el poeta se mete y distrae, provoca giros; el poema para adquirir cuerpo nos lleva a la ilusión, a la fantasía, nos da imaginación, comparte con el lector situaciones que él “finge”, que los hereda quien lee, en su viaje a la interpretación, a la auto identificación.
Confirma en otro de sus poemas con el siguiente verso:
Esto
Dicen que finjo y miento
en todo cuanto escribo. No.
Yo simplemente siento
con la imaginación.
No uso el corazón
Poesía hay para todos los gustos: simple, sencilla, que no exige ningún esfuerzo cognitivo del lector. Otros autores piden a su interlocutor ir un poco más allá y usar diccionarios y búsquedas que ayudan en la formación crítica del lenguaje y de la imaginación; arrinconar la poesía porque nos exige esfuerzos o por el solo motivo que un autor no es de nuestro gusto, es perderse de platos exquisitos de palabras y figuras literarias que a la postre solo buscan el deleite del espíritu.
Cada autor vive su momento y cada autor evoluciona con lo que tiene que mostrar, un momento histórico, un hecho, un lugar, un viaje o un momento de contemplación, etc. Lo importante es cómo y qué tan preparados y cuál es el gusto que como lectores tenemos, se puede decir que el lector también tiene esos momentos y su selección depende de múltiples factores, entre ellos, su estado de ánimo.
El lenguaje poético encierra múltiples formas que van desde el dolor o la alegría, se contradice en su discurso y en su composición, niega la existencia de diferentes estados del ser, conserva información de mucho valor, sintetiza y abrevia el discurso, crea sentido a lo imaginario y permite la interacción de figuras literarias con lo cual enriquece, no solo la composición sino las formas de ver y de leer un texto.
Iniciar por las composiciones infantiles es un gran ejercicio de sonoridad y manejo del lenguaje, las rimas y los juegos infantiles son el mejor camino para iniciar a nuestros niños en la musicalidad de las palabras; a los jóvenes se les puede recomendar poetas o libros sobre temas diversos, que se aproximen a su entorno, las biografías de grandes autores y dentro de ellos a poetas, facilita el encuentro con ellos y les abre múltiples caminos hacia el futuro.
En relación con la filosofía, recomiendo buscar textos para niños que ayuden a ver y a sentir esta materia más cercana, existen demasiados “cocos”, que solo perjudican el buen entendimiento y desarrollo intelectual de nuestros niños y jóvenes, por lo cual es el momento de reconocer ciertos paradigmas que solo han hecho daño; buscar, encontrar y responder aquellas preguntas que tanto hemos escuchado pero que no han cumplido su papel social: ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo? ¿Por qué? Y si sobra tiempo preguntar el ¿Para qué?.
Y finalmente, nada mejor que un lugar para disfrutar diferentes textos de autores de todos los tiempos y de todos los lugares, que permita al lector encontrar diversidad no solo en personajes y estilos, sino ediciones que ayuden a conocer y facilitar la selección de nuestras lecturas, y eso es un papel fundamental de las bibliotecas y de las buenas librerías.
Bibliografía
Nunccio ordine / la utilidad de lo inútil: manifiesto. Barcelona: Acantilado, 2013 173p.
Rainer Maria Rilke y Charles Baudelaire / A los jóvenes poetas. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2008 94p.
Jordi Lloved y otros / teoría literaria y literatura comparada. Barcelona: Ariel, 2012 459p.
Fernando Pessoa / un corazón de nadie: antología poética (1913 – 1935) Barcelona: Galaxia Gutemberg, 2013 652p.
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