Pasado y futuro del libro en la universidad: Un caso de discontinuidades entre edición universitaria y bibliotecas
¿Qué relaciones tienen los autores o editores académicos con los bibliotecarios u otras personas encargadas de la circulación de los impresos? El estudio de caso que presentaremos sugiere que algunos baches ponen en riesgo el uso colectivo del conocimiento.
“Observando el pretérito podemos aprender lo suficiente para darle forma al futuro, no sólo para reemplazar con la digitalización la edición de libros, sino para combinar la digitalización y la impresión”.
Robert Darnton, “Bibliotecas, una mirada retrospectiva a su futuro”.
“Las bibliotecas académicas y de investigación actúan, lo mismo que las editoriales, como punto de encuentro entre autores y lectores, y han jugado un papel crítico al coleccionar, dar acceso y preservar, de manera sistemática los libros académicos a lo largo de los siglos”.
Michael Jubb, Los libros académicos y su futuro
La edición y las bibliotecas son piezas diferentes, pero relacionadas, de la misma cadena de un circuito de comunicación a través del cual las obras se desplazan desde sus autores hasta los lectores. La Universidad en occidente, surgida en la Edad Media, tuvo necesidad desde siempre de intermediarios que fijan, reproducen, clasifican y resguardan textos para que los estudiantes y lectores puedan aprovecharlos en beneficio propio y de su comunidad. Estas dos funciones universitarias, la edición y las bibliotecas, no solo se encargan de habilitar la circulación de ideas, la enseñanza y el aprendizaje, sino que trabajan con los mismos materiales, pero en etapas diferentes de su apropiación social: los editores suelen trabajar con obras nuevas (inéditas), con el objetivo de fijar en ellas algunas características que faciliten su comprensión y los bibliotecarios suelen trabajar con obras ya fijadas pero que necesitan encontrar a sus lectores para cumplir su propósito. En pocas palabras, el sistema de producción editorial alimenta el material del sistema bibliotecario, que a su vez alimenta la creación de nuevas obras para el sistema editorial.
Una breve revisión histórica de la modernización de la universidad en el país muestra que, en el caso de la Universidad Nacional de Colombia, los planes de construcción del campus de Bogotá (1937-1939) incluyeron la proyección de servicios comunes (escenarios deportivos, imprenta y biblioteca), pero bajo una nueva concepción de la función de la Universidad, no como simple institución de instrucción y transmisión de saberes, sino como generadora de nuevo conocimiento a través de la investigación respaldada en bibliotecas con nuevos sistemas de clasificación y consulta (con fichas basadas en la Clasificación Decimal Universal), además de una imprenta para la producción destinada a la comunidad universitaria y a la población general.
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